Todo está inmerso en el amor libre y gratuito de Dios

Este año celebramos el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II.

Seguro que todos guardamos en nuestro corazón un recuerdo, una reflexión… algo que de él nos impactó.

Como grupo también tenemos una caricia de este Santo:
la ordenación Sacerdotal de Julio Lozano

Afirma un refrán judío: Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.

Creo que Dios y yo nos hemos reído a menudo. También los que me conocieron muchos años atrás.

Hasta los 23 años nunca había concebido la posibilidad de ser sacerdote. Ese estado de vida estaba convencido de que no era para mí. Por mucha imaginación desbordada que hubiera llegado a tener, no me planteé tal ocurrencia.

Pero lo impensable sucedió. Y… «¡Miel sobre hojuelas!», podría añadir.

El 12 de junio de 1993, durante la celebración del XLV Congreso Eucarístico Internacional, en el Pabellón Polideportivo San Pablo de Sevilla, recibía el sacramento del orden sacerdotal a través de las manos del Papa Juan Pablo II, canonizado pocos años después de su muerte por su sucesor actual el Papa Francisco.

«Vencedor paralímpico en la carrera sacerdotal», así me citaron en la Revista ECCLESIA.

Realmente, fue un milagro mi ordenación. Una muestra clara del amor infinito de Dios, que se desborda cuando se está abierto a la forma como Él quiera darlo, para bien siempre de quien lo recibe. Dios da todo a quien no espera nada. Todo está inmerso en su amor libre y gratuito. Y si el don recibido fuera otro, con la misma alegría hay que acogerlo. Porque ningún don es más o menos que otro.

«Vio y creyó» (Jn 20,8).

Empezar a entender y vivir lo dicho, fue gracias a la Casa de Santiago. En Alfredo, Tante…, los recién ordenados y las Claraeulalias, podía vislumbrar el abandono incondicional a la voluntad de Dios. Con estilo cartujano, intrépidos como María y los apóstoles, llevaban a todos el Reino de Dios; tampoco se lo quedaron para ellos mismos. De esa manera -presbítero o seglar-, llegar a dar ese salto cualitativo es lo que de verdad importa.  

Muy consciente de ser frágil y pecador, necesito de los que están ya en el Cielo y de todos vosotros, amigos y amigas del Grupo ARC, que me tengáis presente en la plegaria. 

Julio Joaquín Lozano Lorenzo

Puerto Real (Cádiz)

DESCARGAR
DESCARGAR

Artículos

¿Hay alguien más?

Científicos norteamericanos están enviando...

El tesoro del tiempo

« Increíble, pero cierto: el único tesoro...

Reconditorio, poesía preservada

«Reconditorio es una palabra algo extraña...

Actividades

Suscríbete a nuestro boletín

© 2024 PazyFiesta | Una web de Mauricio Mardones

© 2024 PazyFiesta
Una web de Mauricio Mardones