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Domingo III de Adviento // Lc 3,10-18

¿Verdad que para atender a los acontecimientos importantes nos preparamos debidamente? Pues con mucha más razón si la persona de Jesús es fundamental en nuestra vida deberemos atender y revisar bien si nuestro quehacer y sus motivaciones están en consonancia con su mensaje.

La primera parte del evangelio nos pone algunas ‘condiciones’ para el seguimiento de Jesús: compartir comida con quien no la tiene, dar vestido a quien no posee, no usar la violencia contra nadie, ni abusar del propio poder… En definitiva, amar misericordiosamente que no es sino atender al enfermo físico y mental, al necesitado de bienes materiales y de afecto, acompañar a quien se siente solo, al rechazado por sociedad, al maltratado y víctima de la injusticia humana, al que no tiene esperanza ni encuentra razones para seguir viviendo.

Acoger a Jesús supone acoger a quienes la vida pone a nuestro alrededor.

Así pues, ¿qué hemos de hacer? preguntaba la gente a Juan. Después de conocer a Jesús la respuesta ya está dada.

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