Domingo de Navidad

Comentario del Evangelio de Juan 1, 1-18

Expresarse es transitar desde dentro hacia afuera en palabras, gestos elocuentes o significativos silencios; es pronunciar vida, darse a entender, comunicarse y mostrar lo que pienso, siento y razono; es compartir con otro un lenguaje, una manera de entender la realidad y, de alguna forma, invitar a participar de esa lógica.

Al contemplar el misterio de la Navidad, descubrimos que el Padre se da a entender en su Hijo amado -que es la expresión de sí mismo- a quien pronuncia y, en él, nos pronuncia amorosamente.

La Palabra es mencionada por el Padre y tiene suficiente potencia para parir, impulsarnos hacia la luz -darnos a luz- como lo hizo con su Hijo por medio de María y José, y hacernos hijos en Él. Al pronunciarnos renueva nuestra existencia en la ternura, el cuidado y la delicadeza de sostener nuestra vida, dándonos la libertad de ser y de expresarnos a nuestra vez amorosamente y dar a luz Vida verdadera.
En esta Navidad, que la palabra se encarne y pronunciemos agradecidos su nombre y el nombre de tantos que están en nuestro corazón.


¡Feliz Navidad!

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