Domingo IV del tiempo ordinario // Mt 5, 1-12

El relato del discurso de las bienaventuranzas para nosotros es muy conocido. Lo hemos leído, escuchado, comentado e incluso interpretado. Pero este relato del sermón de la montaña tenía un significado concreto para los contemporáneos de Jesús, ya que era un cambio significativo de la ley judía y además se vivía el conflicto de las prácticas de los fariseos, ya que se mostraban como judíos piadosos que cumplían la ley estrictamente. En cambio, Jesús proponía -en aquel momento y sigue proponiendo hoy- una nueva manera de ser y de hacer, es decir, un camino de una religión más interiorizada con la novedad de un Dios Padre misericordioso.

El Evangelio de San Mateo describe que Jesús sube a una montaña, se sienta y como maestro instruye y enseña con sus palabras que tienen sentido. Cada bienaventuranza empieza con ‘dichosos’. En algunas traducciones consta como ‘bienaventurados’ y también ‘felices’, precisamente la felicidad es la gran búsqueda para cualquier ser humano.

Jesús proclama ‘dichosos’ a los que sienten confianza hacia Dios. Un Dios Padre que siempre acompaña y no abandona. Esos son los auténticos pobres lejos de las riquezas, los que sufren por injusticias y opresiones, los de actitud humilde, los que tienen hambre y sed de justicia, los compasivos que necesitan del perdón, los de corazón limpio, los que trabajan por la paz y también los perseguidos por crear un vínculo con el mismo Jesús.

La multitud que escuchaba a Jesús se podía considerar ‘dichosa’ porque Dios estaba con ellos. Si hacemos una mirada global al texto de las Bienaventuranzas, vemos que describe unas intenciones que son como una proclamación profética, ya que son propuestas de vida que dan esperanza e invitan a vivir desde la caridad.

Comparto unas palabras del Papa emérito Benedicto XVI recién fallecido: “Las Bienaventuranzas son un nuevo programa de vida para liberarse de los falsos valores del mundo y abrirse a los verdaderos bienes presentes y futuros. No se trata de una nueva ideología, sino de una enseñanza que procede de lo alto y que toca a la condición humana, que el Señor, al encarnarse, quiso asumir para salvarla. Por este motivo, el sermón de la montaña se dirige a todo el mundo, en el presente y en el futuro y sólo puede ser comprendido y vivido en el seguimiento de Jesús, caminando con Él.”

El mismo Jesús cuando ofrece el Reino de Dios, generosamente a todos, como recompensa es la participación en el Reino celestial ya aquí y junto al Padre. El deseo es ser y sentirnos bienaventurados para ser ‘dichosos’, es decir para ser y sentirnos ‘felices’.

DESCARGAR
DESCARGAR

Artículos

¿Hay alguien más?

Científicos norteamericanos están enviando...

El tesoro del tiempo

« Increíble, pero cierto: el único tesoro...

Reconditorio, poesía preservada

«Reconditorio es una palabra algo extraña...

Actividades

Suscríbete a nuestro boletín

© 2024 PazyFiesta | Una web de Mauricio Mardones

© 2024 PazyFiesta
Una web de Mauricio Mardones