Domingo V de Cuaresma // Jn 11,1-45

“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?”

La Comunidad Juanica nos regala un relato evangélico de una belleza extraordinaria, pura poesía evangélica.

Jesús, dice el texto Evangélico, «se conmovió interiormente y […] se echó a llorar». Dios es Vida y da Vida, pero asume el drama de la muerte.

El clima de todo el pasaje es de gran familiaridad y afecto; el cariño de Jesús por los tres hermanos, el dolor por la muerte de su amigo, el llanto… todo se vuelve íntimo y personal.

Siguiendo al Papa Francisco, la fe del hombre y la omnipotencia de Dios, el Amor de Dios, se buscan y, finalmente, se encuentran.

Dios no nos ha creado para la tumba, sino para la vida, bella, buena, alegre, para la Fiesta, para abrir caminos de esperanza, liberando a todo ser humano que esté sometido a cualquier esclavitud, colocando en el centro de nuestra atención a las periferias, a aquell@s más desfavorecid@s.

Jesucristo ha venido a liberarnos de los lazos de la muerte y el mal, sólo Él nos puede liberar.

Jesús es y trae la verdadera Vida; Él mismo pasará por la entrega total hasta la muerte y así llegará a la Resurrección.

Ya no hay que esperar al «fin de los tiempos», porque ha llegado Jesús. Ahora es el fin de los tiempos. Ya no hay que esperar que Dios venga de forma definitiva, porque ya ha venido en Jesús.

Siempre guiados y la luz del Espíritu Santo, estamos llamad@s a quitar las piedras de todo lo que sabe a muerte: dice el Papa Francisco, la hipocresía con la que a veces vivimos la fe es la muerte; la crítica destructiva hacia l@s demás es la muerte; la ofensa, la calumnia, son la muerte; la marginación de l@s pobres es la muerte.

Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida, sino que se recae en la muerte.

La resurrección de Lázaro es también un signo de la regeneración que tiene lugar en el pueblo creyente a través del Bautismo, con la plena inserción en el Misterio Pascual de Cristo.

Jesús enseña su poder sobre la muerte y a la vez es signo de la resurrección futura de la humanidad y de cada un@ de nosotr@s.

¿Cómo conjugo mi fe en la vida con la compasión y la ternura?
A la pregunta de Jesús: ¿Crees esto?, ¿qué respondo?
¿Quién soy yo: lo que desaparecerá o la vida que nunca muere?
¿Qué es vida y qué es muerte para Jesús?
Cuídense y déjense cuidar muchísimo.

Un abrazo muy fuerte de Paz y Fiesta.

Que el Buen Padre Dios nos bendiga a tod@s.

Jep Alcalde

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