Domingo IV de Pascua // Jn 10,1-10

De pequeña, mi parroquia de referencia se llamaba El Buen Pastor, así que le tengo un cariño especial a esta imagen de Jesús, tan humana y cercana.

Ciertamente, Jesús nos protege y guía con especial cariño, y nos invita también a acompañar y servir a todos.

En mi infancia acostumbraba a ver a pastores cerca de casa; paraban a beber algo de agua y conversaban sobre historias del día a día. Comprendí la importancia de acoger y alentar a los pastores y sentirnos parte de una comunidad biológica aún mayor. Algún año, también tuve el privilegio de ser pastora de tan solo una oveja, pero pastora en definitiva. Y ahí es cuando se comienza a diferenciar a cada oveja que, en principio parece igual a todas las demás, y tratarla en su individualidad.

A Jesús le apasiona cuidar a sus ovejas, y se nota. No transmite cansancio, apatía, resignación. Está cuidando siempre, con alegría.

Es un llamado a seguir a Jesús como nuestro pastor y guía, confiando en su amor y cuidado constante.

Un abrazo

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