Este texto del Evangelio presenta distintos aspectos. Vemos la expresión de Jesús hacia su Padre, llamado Señor del cielo y de la tierra, que todo lo ha dejado en sus manos. Una vez más percibimos el vínculo del Padre y del Hijo.
Además, Dios se ha revelado a los sencillos y no a los sabios ni entendidos. Jesús nos invita a ser limpios y sencillos de corazón para descubrir a Dios en nuestra vida. Para percibirlo es necesaria una actitud humilde, es decir, desde nuestra pequeñez con un deseo de conocer sin prejuicios.
En el contexto de Jesús, Él se dirigía a un pueblo cansado y oprimido bajo las leyes estrictas de aquel momento. Pero, hoy Jesús invita a quienes están cansados y agobiados, para poder reposar en Él. Pensemos en el sentido auténtico de reposar y de recogimiento: cuando dejamos nuestro cuerpo, cabeza y corazón de forma confiada, en manos de Dios Padre, esta vivencia permite sentirnos acogidos y acompañados.
A menudo en nuestro entorno y ambientes escuchamos el gemido constante de queja o las expresiones ‘no puedo más’, ‘estoy cansado’, ‘estoy abatido’…
Se vive un ritmo acelerado que no permite detenerse.
Y ante tantas incertidumbres hay desesperación, preocupación, ansiedad…
Por tanto, estas expresiones y situaciones manifiestan un agotamiento.
Jesús hace la propuesta de detenernos para pensar, orar…
Invita a poner nuestra vida en sus manos y confiar plenamente.
Seamos dóciles para reconocer la voluntad de Dios Padre.
Para poder escuchar su llamada en la que pide ser discípulos suyos, es necesario hacerlo desde la sencillez y la humildad de corazón para ser portadores de la Buena Nueva y testigos de la fe cristiana.
Seamos sencillos de corazón para reconocer los dones del amor de Dios para poder gozarlos y proclamarlos con alegría.
Assumpta Sendra Mestre
Barcelona,
Domingo, 9 julio 2023
