Domingo XVI del tiempo ordinario // Mt 13, 24-43

El Reino de los cielos…

Jesús sigue con su estilo único, las parábolas, para explicarnos situaciones, acciones y actitudes de Reino de forma sencilla y cotidianas, que nos ayudan en nuestra vida cotidiana. Este domingo sigue enseñándonos sobre cómo construir el Reino de los cielos, aquí y ahora. Su palabra tan actual y de tanta hondura, porque lo que El quiere es que seamos constructores de ese Reino, no en el futuro, o en la otra vida prometida. Es hoy, y eres tú, yo, nosotros los colaboradores de este Reino.

Hoy nos habla del Sembrador de buena semilla, del grano de mostaza, de la levadura que fermenta, ejemplos de su tiempo que iluminan nuestro presente.

¿Quién no siembra hoy? Y no hablo literalmente, sino que a todos los que, con gestos, palabras, acciones, planta en el corazón del otro e incluso en uno mismo palabras que sanan o que hieren

¿Quién es levadura hoy? Quienes podemos decir que no somos a veces el único evangelio que muchas personas escucharan, para levantarlas, repararlas, y hacerlas fermento de buena nueva.

¿Quién no se siente como un granito de mostaza, inseguro/a de lo que podemos llegar a hacer? Desconociendo que sin duda más de alguien encuentra en cada uno/a una sombra fresca para contemplar, para soñar y ayudar ante tanta desesperanza.

Las tentaciones, es decir, el no ayudar a ser cielo, es fijarnos sólo en la maleza, en la cizaña que crece junto a nosotros. El mal que es real y existe. El mal que todos llevamos dentro y que según circunstancias estamos tentados a querer negar -arrancar- de nuestras vidas. No haber tales “detalles” de nuestra personalidad, de esta humana realidad. Solo son distractore para no ser Reino, ciegos o faltos de reflexión y conciencia realista de nuestro límite y los límites de los otros. O quien piensa que el tesoro que Dios ha puesto en nuestra vida es tan insignificante que nada podemos hacer por lo pequeño o insuficiente. O que nuestro espíritu no levantará masa-vida alguna.

Jesús nos invita a ser Reino, a traer el cielo prometido. Como decía Alfredo Rubio, a ser arboles bien plantados, todos como un gran bosque, para que quien llegue del viaje de la riada pueda apoyarse, limpio ya, lleno de libertad, y desde la soledad y el silencio, poder contemplar con confianza lucida a nuestro alrededor, tomar el itinerario regalado y poder, después de un proceso, extender nuestras manos para animar, salvar, levantar, a tantos que vienen con sed de misericordia, de palabras sencillas, de bondad, de miradas de ternura y comprensión.

 “Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Seamos sol, agua, luz, buena semilla, granitos de mostaza, levadura, en este mundo que clama ternura, paz y fiesta.

Claudia Tzanis Eissler

DESCARGAR
DESCARGAR

Artículos

¿Hay alguien más?

Científicos norteamericanos están enviando...

El tesoro del tiempo

« Increíble, pero cierto: el único tesoro...

Reconditorio, poesía preservada

«Reconditorio es una palabra algo extraña...

Actividades

Suscríbete a nuestro boletín

© 2024 PazyFiesta | Una web de Mauricio Mardones

© 2024 PazyFiesta
Una web de Mauricio Mardones