Domingo XXXII del tiempo ordinario // Mt 25,1-13

Si, en ocasiones, perdemos la perspectiva, la necesidad y la  esperanza de encontrarle, de encontrarnos, hemos de procurar encender nuevamente la lumbre, pues el amor nos hace entender que la promesa está hecha y es eterna: «no sé apagará la mecha humeante, ni se quebrará la caña casacada» (Is 42, 3). Intuir dónde está ese amor es fundamental para volver a animar el fuego de la caridad y de la misericordia, para volver a escuchar la voz que nos dice ¡salir, salir a recibirle!

Soledad Mateluna

Artículos

¿Y tu, de qué fuente bebes?

Al igual que nuestro cuerpo necesita alimentarse...

Un Mural de Valores

«Sin embargo, el paso del tiempo —y, sobre todo...

Identifica el pensamineto negativo

De Sara Canca Repiso y Nazaret Corona Díaz...

Actividades

¡No hay eventos!

Suscríbete a nuestro boletín

© 2025 PazyFiesta | Una web de Mauricio Mardones

© 2025 PazyFiesta
Una web de Mauricio Mardones