Poema 5º del Poemario Ermitando
Javier Bustamante
Ermita de San José y Santa Rita
Punta de la Mona, La Herradura, Granada
http://www.ermitasanjoseysantarita.org/
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5. El ermitaño, labrador de silencios
Habitando el descampado
aprendes a labrar silencios,
pronto te salen los callos del ermitaño
y a veces las lesiones y los vicios de este oficio
tanta soledad recuerda
la conclusión a la que llegó el hermano Charles:
“¡Qué amplio desierto es el corazón humano!”
te sobra espacio para habitarte:
¡te gritas y no te oyes!
vuelve a la labor,
que el ermitaño se hace a fuerza de ermitar.
Un día cualquiera
-a medio ermitar-
una alegría te deja sin palabras,
sin gestos en las manos,
sin pasos en los pies
una alegría inexplicable
como flor de desierto,
como tormenta sin anuncio,
como fruta escondida que se deja agarrar
es la alegría de sentirse amado
sin ser necesario
y es que, el riesgo de ermitar,
es descifrar que el amor se recibe por don:
no por mérito ni por necesidad.
Amanezco ermitando ya,
a veces me basta
una sola palabra al día:
la elijo o ella me elige,
ya es igual
y al final de la jornada
sonrío al horizonte
o lloro, según
lo arduo o lo grato del momento
Alguien acoge mi fragilidad.