Lc 24,13-35
En los evangelios existen a menudo expresiones que nos pueden ser muy reveladoras. En este caso el evangelista Juan nos dice, en su narración de la resurrección, que cuando María Magdalena fue al sepulcro «vio quitada la piedra que tapaba la entrada». Podemos interpretar estas palabras diciendo que a Jesús no podía retenerle la muerte. La Vida de Jesús resucitado continua presente en el corazón y en el espíritu de todos los que le aman. La vida, la bondad, la paz, la compasión que nos da Jesús no tienen freno. El bien irradia bondad allá donde está presente. Más tarde nos dice Juan, también por boca de María Magdalena, que «no sabemos dónde han puesto el cuerpo de Jesús». No sabían dónde estaba el cuerpo, pero si sabemos que Él está presente en todas las personas que hacen de las Bienaventuranzas su camino de vida. Finalmente nos dice que «todavía no habían entendido que Jesús tenía que resucitar de entre los muertos». Estas palabras también nos revelan que, a menudo, es en medio del dolor, la tristeza y el sufrimiento que aprendemos a vivir con la plenitud de Vida que solo el Dios de Jesús de Nazaret nos ha dado.
