II Encuentro teológico. Ajardinar el mundo. Bustamante Enriquez, Javier

Ajardinar el mundo. Repensar nuestras cosmovisiones.

Uno de los mayores retos del siglo XXI es aprender a convivir en la biosfera. El ser humano aparece en el relato del Génesis como adamá (tierra). Recibe de Dios el encargo de cuidar la tierra como un buen jardinero. El ser humano y Dios no se sitúan sobre la realidad natural, sino en la realidad natural. Dios no es un ser solitario sino busca relación y comunión. Dios-Ser humano-Mundo se encuentran en la misma aventura de existir. San Francisco expresa con su Cántico de las Criaturas una profunda fraternidad cósmica.

Los pueblos andinos cuidan la Madre Tierra (La Pacha Mama). Su cosmovisión está basada en la reciprocidad y en la necesidad de mantener un equilibrio entre los humanos y la naturaleza. Piden permiso antes de tomar cosas de la Madre Tierra, y agradecen y devuelven lo que ella les ha dado.

Los movimientos ecologistas han reintroducido el término griego de Gaia: la idea de concebir a la Tierra como un ser vivo. La atmósfera y la parte superficial del planeta se comportan como un todo coherente, donde todo se autorregula.

Nuevas cosmovisiones comienzan a abrirse camino en la teología: el panenteísmo, la ecosofía, la intuición cosmoteándrica, … Vale la pena repensar nuestras cosmovisiones para mejorar las relaciones entre personas, el cosmos y la trascendencia… Buscar fundamentos para que la casa común de todo lo creado sea un hermoso jardín de verdad, belleza y paz.

Javier Bustamante Enriquez

Javier Bustamante Enriquez

Nació en la Ciudad de México en 1973 y llegó a vivir a Catalunya en 1996. Hizo estudios de Psicología Social en la Universidad Autónoma de Querétaro.

Ha trabajado en la creación de textos

literarios, poéticos y publicitarios,colaborando como articulista en medios digitales e impresos. Durante 26 años vivió en el antiguo monasterio Sant Jeroni de la Murtra, Badalona, colaborando en la gestión cultural y promoción de la soledad y el silencio.

Actualmente colabora en un proyecto para personas sin techo en la ciudad de Badalona. También se forma continuamente en diversas disciplinas artísticas como la danza contemporánea, la encuadernación artesanal y más recientemente la cerámica. Ha publicado diversos poemarios y todo su trabajo literario lo recoge en la web: www.javierbustamante.info

El silencio de la Vida

Hablamos “del arte”, pero no hay un solo arte, más bien personas que sienten arte y viven artísticamente. Y, quien vive así, extrae de la realidad, de la vida, de la Creación, la materia prima para transformarla en una expresión personal de su sentir.

Esa vivencia artística es transformadora, tanto para quien la produce, como para quien la contempla. Dicha transformación puede ser creadora o destructora. De ahí que el arte pueda ser susceptible de ser instrumentalizado. El arte nos puede llevar al Cielo, entendido este como un estado de comunión con la Creación, donde lo temporal y lo sempiterno cohabitan porosamente. Pero también una instrumentalización del arte nos puede encerrar en nosotros mismos, aislándonos de la comunión con lo creado, produciendo sentimientos de temor y terror que devienen destructores.

Una manera de conectar con la realidad y percibirla de manera artística es el silencio, muchas veces acompañado de soledad. La perspectiva que ofrecen estas coordenadas vitales (la de la soledad y el silencio), nos ayuda a descalzarnos de falsas percepciones de la realidad y sentir nuestra filiación con la vida, descubriéndonos seres felizmente vulnerables.

El hábitat humano, las casas, los pueblos, las ciudades son una respuesta de la vulnerabilidad de nuestra especie. Construimos una casa para guarecernos del frío, del calor, para crear intimidad, para sentirnos seguros ante otros seres de nuestra especie y de otras especies. Estos hábitats, de los cuales se desprenden relaciones interpersonales que pueden desembocar en distanciamiento de la naturaleza, relaciones de poder y desigualdad, necesitan ser ajardinados, es decir, repoblados de naturaleza para impedir que la vulnerabilidad natural se convierta en una vulnerabilidad instrumentalizada.

En este sentido, ajardinar la sociedad tiene que ver con propiciar condiciones de reconocimiento a la diversidad como un valor que aporta sinergia y nutrientes al crecimiento colectivo.

Para llegar a la consciencia de unicidad propia y diversidad necesaria y reconocer que nacemos en la vulnerabilidad, el silencio es un medio propicio. Silencio no como mutismo o inactividad, sino como apertura y escucha desde todo el ser. Silencio como actitud de permeabilidad con la realidad de la cual formo parte. Silencio que habla de Vida.

DESCARGAR
DESCARGAR

Artículos

¿Hay alguien más?

Científicos norteamericanos están enviando...

El tesoro del tiempo

« Increíble, pero cierto: el único tesoro...

Reconditorio, poesía preservada

«Reconditorio es una palabra algo extraña...

Actividades

Suscríbete a nuestro boletín

© 2024 PazyFiesta | Una web de Mauricio Mardones

© 2024 PazyFiesta
Una web de Mauricio Mardones