Que os améis unos a otros
Estas palabras son el centro del mensaje de Jesús, lo son de su vida, de la actitud que tiene durante todo su caminar por el mundo, en su discurso final en el Evangelio de Juan, Jesús nos deja este claro mensaje: Qué os améis unos a otros.
Sólo el amor da sentido a lo vivido por Jesús, y a nuestra propia vida, en momento de dificultad que todos tenemos en nuestro caminar, saberse sostenido desde la profundo por un amor incondicional como el que Jesús nos muestra en su vida, nos lleva a sentirnos confiados y vivir en la esperanza de una vida plena.
Este mandato, testamento vital, de Jesús no es una ley que nos endurece la vida, al contrario vivir en el amor es la fuente de alegría, ese que nace del verdadero amor, sólo desde ese amor podemos generar entusiasmo, creatividad, innovación, tan necesaria para ir trasformando el mundo.
El mundo necesita alegría y esperanza, frente a las dificultades, al sufrimiento presente en el día a día, hemos de ser capaces de generar espacios de vida, de compartir un nuevo modo de relacionarnos, de tratarnos, con la ternura que Jesús mostraba en sus gestos y sus amistades.
Si vivimos en primera persona ese “que os améis unos a otros” seremos verdaderos testimonios en el mundo, cuidando cada pequeño gesto con aquellas personas que forman parte de nuestro entorno más cercano, cuidando cada pequeño detalle, velando por relaciones basadas en la ternura de sabernos hermanos en la existencia.
