IV Domingo de Cuaresma // Lc 15,1-3.11-32

Este pasaje contiene la Parábola del Hijo Pródigo, una de las enseñanzas más bellas y profundas de Jesús sobre el amor y la misericordia de Dios.

Los fariseos y escribas criticaban a Jesús porque se acercaba a los pecadores y compartía con ellos. En respuesta, Jesús les cuenta tres parábolas sobre la misericordia divina: la oveja perdida, la moneda perdida y, finalmente, el hijo pródigo.

En esta última parábola, que a mí me gusta llamarla también del Padre Bueno, aparecen tres personajes principales. 

Por un lado, encontramos al hijo menor, que representa a la persona que se aleja de Dios, buscando la felicidad en placeres mundanos. Cuando toca fondo, reconoce su error y decide volver a su padre. Reconocer nuestros errores y volver a Dios es el primer paso para la reconciliación. Pasa de la soberbia a la humildad. 

También encontramos al padre, que simboliza a Dios, lleno de amor y misericordia. No solo perdona a su hijo, sino que lo recibe con alegría, restaurándolo como parte de la familia. Dios no sabe perdonar sin hacer fiesta, porque es una alegría inexplicable la de sentir que alguien vuelve a su hogar. Dios siempre nos espera con los brazos abiertos, no importa lo lejos que nos hayamos ido, su amor es incondicional.

Y el hijo mayor representa a quienes cumplen las normas, pero sin amor ni compasión. Estemos atentos nosotros de no cumplir una religión a base de deberes y prohibiciones, con rigidez, porque a veces nos resistimos a aceptar la misericordia de Dios para los demás. No caigamos en la envidia o en la autosuficiencia espiritual, porque todos somos necesitados de la misericordia de Dios.

Cada personaje representa una lección diferente de vida. A veces, tengo actitudes de hijo menor, pero me acepto tal y como soy. Quiero vivir el proceso de equivocarme, caer, arrepentirme y experimentar el amor incondicional del padre. Sería una historia de transformación y redención. En otras ocasiones, actúo como el hijo mayor, y quiero aprender a dejar el orgullo y el resentimiento para comprender el verdadero significado del amor y el perdón. Y otras, también, actúo como padre, reflejando compasión, paciencia y la alegría de recibir de vuelta a quien estaba perdido.

Y tú, ¿con quién te identificas?

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