De la lectura de este pasaje del evangelio se desprende claramente que a menudo no sabemos aprovechar los dones y la gracia que Dios nos da. O bien que malversamos la riqueza de su amor, o que nos lo hemos apropiado en exclusiva y lo hemos alejado de los demás. Quizás también alguna vez hemos matado al mensajero de la Buena Nueva porque nos incomodaba su testimonio y ponía de manifiesto nuestra lejanía del Dios-Amor o, más grave aún, nos molestaba el mensaje mismo de Dios porque desbarataba por completo nuestra forma de ser y pensar, nuestra relación con el prójimo y, en definitiva, toda nuestra manera de afrontar la vida.
Desde la más humilde y serena actitud cristiana aceptemos con gozo y agradecimiento toda la abundancia de bondad, amor y todos los dones que Dios nos da a TODOS. Incluso a los que no lo conocen o a los que le rechazan.
Joan Romans