Albuferas 921 (2)

Madrid, 2 de febrero de 2019, ‘solemnidad’ de la Virgen del Puñal.

Albuferas 921 Sobre el próximo 2 de febrero Virgen del Puñal b (2ª parte).

Querid@s amig@s: Paz y Fiesta grandes hoy.

Para completar la albuferas de ayer, ya les acabo de enviar los dos links para ver si así todos los pueden abrir bien. Y, ahora, esta albuferas “b” con el texto de ese encuentro precedido de “la verdadera tonsura existencial” y de “el día que J. M. y yo nos encontramos por primera vez en el seminario en el año 1961” que resultó “lo del 61 –encuentro con J. M.- se apoya más directamente en esta fiesta de fe y entrega que en la otra”, más en el 2 de febrero que en el 12 de febrero.

Aquí va:

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ENCUENTRO 1961

Siempre decía yo que, seguramente, el día que J.M. y yo nos encontramos por primera vez en el seminario en el año 1961, sería el día de Sta. Eulalia. Era febrero, ciertamente, pero ni él ni yo recordábamos exactamente el día.

Esta mañana me ha dicho J. M. que él creía era cerca del día 2 pues por esos días – Candelaria, patrona de Tenerife– fue cuando pensó la vocación y fue a consultarla al seminario. Fue allí donde le encontré.

Yo no recuerdo haberle oído antes, lo de esa fecha, de un modo explícito. Quizá él callaba, o yo no oía, por respeto él a mi devoción a Santa Eulalia o yo no oía por esto mismo.

Hace unos momentos, mientras he ido a afeitarme, mientras me afeitaba, veo que:

El corte de la barba que me hicieron los compañeros en el Colegio de Santiago de Salamanca (posteriormente del Salvador) en la víspera del 2 de febrero de 1948 y la imposición de sotana en la mañana de ese mismo día dos, fue mi auténtica tonsura y entrega a un nuevo estado de vida. Fue la verdadera tonsura existencial. La tonsura oficial al curso siguiente, por manos del Obispo –cuatro pelos de mi ya incipiente calvicie y llevar roquete- no era más que la manifestación pública y oficial de mi entrega verdadera y definitiva a ser ministro de Cristo en la Iglesia, de aquel día 2. Verdadera entrega, sin condiciones, con fe ciega, y confiando, a pesar de verlo todo oscuro, en el Señor (me refiero especialmente a la realización del cuadro). Era verdaderamente morir a mi personalidad (barba), a mi vida civil (libre, médico etc.).

Veo ahora también que: el encuentro con J. M. trece años después por esas mismas fechas, se apoya más en esta fiesta del día dos que en la del doce [la del dos era fiesta grande en el Colegio de Santiago por la continua devoción de Vicente a la Virgen. Vicente había establecido como fiesta mayor del Colegio la maternidad de María, el 11 de octubre, pero el dos de febrero era una fiesta íntima de presentación de Jesús al templo –luminaria nueva- y por eso los nuevos colegiales eran como ‘presentados’ ese día, precisamente imponiéndoles la sotana y llevando un cirio encendido].

J. M. es el mil por uno como premio a mi fe, oscura y luminosa a la vez, y a mi acto de renuncia y entrega a la vez (la entrega es, al menos un germen, recibir ya mucho más).

Ciertamente sin la fiesta de Sta. Eulalia (es decir mi pacto de amistad con ella) no se habría llegado a aquel día 2 de febrero del 48, de la tonsura. Pero lo del 61 –encuentro con J. M.- se apoya más directamente en esta fiesta de fe y entrega que en la otra.

Alfredo Rubio, 29-enero-81

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Un abrazo,

Juan Miguel

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