II domingo de cuaresma

   8 DE MARZO DE 2020

Santuario de Santa Eulàlia

Por Domingo Torres

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

Lecturas del día

(Genesis 12,1-4) (2Tm1,8b-10) (Mateo 17,1-9)

En la primera lectura me viene a la reflexión lo que el Señor le dice a Abraham:

Sal de tu casa, de tu tierra, de tu patria, conviértete en emigrante y dirígete a la tierra que te mostraré, bendeciré a quien te bendiga y en ti serán benditas todas las personas; y él recogió sus cosas, a su familia y se puso en camino, desde luego confiado y esperanzado en lo que el Señor le había dicho, hoy millones de personas están fuera de su patria esperanzados en ser acogidos en una nueva tierra

Os confieso que cuando reflexiono sobre algún evangelio mi afán es poner el sentido del mensaje en las inmediaciones de nuestra vida, intentando hacerlo entendible para las persones de a pie como yo.

Me he fijado en algunas palabras y situaciones que pasan ahí en este relato que hoy hemos proclamado.

La escena   No sé vosotros lo que pensáis, pero para mí no es una escena al estilo de Jesús, generalmente no se presentaba así a los discípulos, normalmente era más próximo, tierno o cálido, eso me lleva a pensar que esto no es el relato de un suceso que pasara, me lleva a pensar que seguramente es un relato realizado después de que los discípulos tuvieran la experiencia de la pascua.

Aparecieron Moisés y Elías   El Dios de Moisés en el AT y el de Jesús en el NT son el mismo Dios pero visto con dos visiones diferentes, por un lado, teníamos al Dios de Moisés también en una montaña, pero un Dios impresionante que da normas, señala obligaciones y nombra cumplimientos.

Ahora en esta otra montaña de hoy se muestra un Dios de vida, que señala a Jesús  diciéndole  que es su hijo amado en quien se complace, y nos pide que lo escuchemos, creo que esta escena está puesta aquí antes de su pasión para hacer ver la divinidad de Jesús y para señalar que siempre fue un ser divino, pero de su divinidad realmente los apóstoles la descubren después de la resurrección.

Creo que lo que hay de Dios en Jesús es su humanidad, Jesús demostraba su divinidad y su humanidad cada vez que se acercaba a una persona, la luz que emitía era el amor que demostraba, por eso el amor que nosotros seamos capaces de transmitir será lo que transparenta a Dios y es lo que demostrará que somos hijos suyos

Se transfiguró delante de ellos   Lo que nos transfigura no es la espectacularidad de un vestido blanco resplandeciente, lo que transfigura es, como dice el Evangelio, bajar del monte, salir de nuestra zona de confort, de la cabaña tranquila y orientar la vida en el sentido que lo hizo Jesús, una vida en sintonía con el proyecto de Dios.

En la mayoría de las vidas de las personas de hoy se corre el riesgo de que una vez encauzada la familia y asegurado el porvenir y después de asentar ciertas seguridades, nuestra tendencia es a instalarnos cómodamente eludiendo ya todo compromiso intentando no tener sobresaltos ni preocupaciones y como ya decíamos el domingo pasado esto no es malo si no que lo grave es, si con ello ya renunciamos a cualquier otra aspiración personal.

En esta situación es cuando deberíamos descubrir que nuestra felicidad no radica totalmente en el bienestar, un bienestar que nos puede invitar a la apatía, al conformismo o a instalarnos en falsos tronos religiosos como puede ser, el solo cumplir con la norma litúrgica y ya está, en la religión lo que hay que buscar es nuestra armonía interior, pero sin eludir nuestra responsabilidad individual y colectiva de hacer una convivencia más humana.

Creo que una experiencia religiosa no es cristiana si me aísla del hermano, si me instala cómodamente en la vida y me aleja de aquellos que son maltratados y marginados por la sociedad.

Levantaos, no temáis    Puede que los cristianos tengamos miedo a lo nuevo, pero tenemos que asumir que el cristianismo en general y la Iglesia en particular han de estar en una continua y constante renovación igual que lo está la sociedad.

Debemos ir adaptándonos a los tiempos que nos está tocando vivir y además vivirlos como tiempos de gracia y regalo que el Señor nos hace y no como tiempo de castigo intentando mantenernos anclados en que un pasado que consideramos que fue mejor.

Puede que tengamos miedo para asumir las tensiones y conflictos que nos surgirán en la aceptación total en nuestras vidas del evangelio, por ello no nos callemos cuando tengamos que hablar demostrando lo que somos:

No prohibamos el debate de cuestiones importantes porque de esa manera creemos que vamos a evitar planteamientos inquietantes

Cuantas veces hemos oído, hasta en reuniones familiares, “mejor no hablar ni de política ni de religión para evitar conflictos”, ¿por qué hacerlo? Mejor convertirnos en moderadores del debate señalando la tolerancia y el respeto en el dialogo.

Quizás tengamos miedo como Iglesia en general a revisar nuestras liturgias, nuestros lenguajes, nuestras celebraciones.

Hay miedo a reconocer que en el espíritu y en la vida de Jesús la mujer tenía un lugar muy destacado y era considerada como un igual, hoy la Iglesia tiene miedo a esa igualdad.

Y para terminar esta ultima frase en la que me fijo.

No contéis a nadie lo que habéis visto y vivido    pero no lo digáis porque no os creerán, y eso nos lo dice a nosotros, si salimos ahí a la calle a explicar nuestra experiencia de Dios, seguramente la mayoría de las personas no nos creerán, pero si nos acercamos a ellos con las actitudes de Jesús y vamos con la ternura, con la compasión o con la misericordia con las Él se acercaba a las gentes,Ancla entonces seguramente desearan tener su propia experiencia de Dios

Muchas gracias

Que el Señor les bendiga

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