III domingo de cuaresma

                                                                                                15 DE MARZO DE 2020

Lecturas del día

(Exodo17,3-7) (Rom5, 1-2, 5-8) (Juan4, 5-42)

La primera lectura del libro del Éxodo me sugiere hacer presente la pregunta que también se hicieron aquellos peregrinos en su camino por el desierto hacia la tierra prometida “¿Está o no está el Señor entre nosotros?”

Yo creo que la respuesta precisamente la da Jesús en la conversación que tiene con la mujer samaritana y que podemos proclamar en el escrito del evangelista Juan

Es de la meditación que hago de ese texto del que me surgen las siguientes reflexiones que pongo en vuestra consideración

 Este evangelio del encuentro entre Jesús y la mujer es una magnifica y elocuente escena

 que nos permite conocer como es Jesús, una persona que se sienta a hablar de la vida y

 acoge a una persona que es despreciada triplemente. “Como tú que eres judío me pides

 de beber a mí que soy samaritana”

Primero por ser mujer en una sociedad patriarcal donde la mujer era un ser de segundo o tercer orden, es fácil hacer paralelismos con situaciones de nuestra realidad actual

Segundo por su procedencia, es samaritana, y en los tiempos de hoy podemos pensar en algún grupo étnico a quien en general la sociedad rechaza

Tercero por el estilo de vida tan poco ejemplar que tiene, hoy podríamos pensar en una prostituta o cualquier tipo de persona mal vista socialmente

pero sin embargo ella es la preferida de Jesús ella es una de las pocas personas que aparecen en los evangelios a quien le dice y se identifica como el Mesías, precisamente a ella cuando le pregunta si es acaso el mesías le contesta “Soy yo que hablo contigo”

Jesús nos invita a descubrir el manantial de agua viva. Acaso cuando vivimos en una vida de rutina cotidiana, no tenemos la idea de que nos gustaría cambiar de vida, cumplir sueños abandonados pero que han dejado en nosotros posos de insatisfacción y vacíos nunca llenos

Puede que igual estamos viviendo sin un proyecto de vida complacido, alegre o gozoso fijémonos entonces en esa conversación donde Jesús nos habla de agua viva, de un camino hacia una fuente que está en tu corazón y que está por descubrir.

Que bien representa esa samaritana a las mujeres y los hombres de hoy, una mujer que desea y busca nuevos horizontes posibles que nos proporcionen lo que nuestro corazón anhela.

Se nos pide que bajemos a lo hondo de nuestro corazón es allí donde nos podemos encontrar con Jesús; el encuentro con Jesús no se realiza en la superficie de nuestra vida sino en lo profundo y en lo honesto con nosotros mismos, seamos sinceros estando atentos a nuestra verdad y a la verdad de los demás, ahí se realizará el encuentro.

Jesús seguramente no nos librará de nuestras tereas y nuestras responsabilidades, pero proporcionará algo que es mayor y es que dirigirá nuestra mirada hacia lo importante, despertará nuestra sed de vida y nos ayudará a descubrir el manantial que fluye en nuestro interior, un manantial que nos proporciona el agua viva que el Espíritu hace brotar para que nuestra realidad se transforme en un manantial que nos hace libres y felices.

Jesús igual que a aquella mujer, no nos reprocha nada, no nos impone una moral, no nos prohíbe hacer nuestra vida, lo que hace es ofrecernos aquello que saciara nuestras carencias, que nos dará fortaleza, humildad o mansedumbre para gestionar nuestra vida para que podamos mantener el respeto, la dignidad, la estima y sobre todo el cariño, hoy los cristianos deberíamos ver a Jesús como lo vio aquella mujer como el profeta de la misericordia de Dios que motiva e invita a pedir de esa agua de vida.

El respeto, la acogida, la aceptación que hemos que tener hacia cualquier persona, sin importar procedencia o sexo, sin juzgar, sin reprochar, sin imponer normas morales, ofrecer lo que tenemos ante todo ternura y compasión, algo de lo que las personas de nuestra sociedad están muy necesitadas.

Surge también de esos párrafos una pregunta ¿Dónde hay que adorar a Dios?

“Se acerca la hora de que ni en este monte ni en Jerusalén adorareis al Padre”

Las religiones en todos los tiempos han intentado contestar estas preguntas a través de encontrar un espacio sagrado donde cobijar su espiritualidad, Jesús a partir de ese momento se ocupa en decir, que la verdadera religión, el templo sagrado y centro de devoción está en el corazón de la persona.

Él es el que transforma de una religión exterior a una espiritualidad interior y es en esa interioridad donde hay que dar el culto a Dios, ahí en esa particular intimidad de cada uno está lo sagrado.

El Señor no está solicitando ni esperando de nosotros grandes ni solemnes celebraciones, lo que desea son corazones sencillos que le adoren en espíritu y verdad “Los que lo adoran deben hacerlo en Espíritu y libertad”

En ESPÍRITU dejándonos llevar por los pasos de Jesús y ser conducidos por el padre en el amor, la ternura, la compasión, la misericordia y el perdón

En VERDAD, siendo fieles al evangelio con nuestra vida

Dios es un regalo, es gratuito, “Si conocieras el don de Dios”, Él no está obligado a nada ni nadie puede condicionarle, pero lo importante es que nadie queda lejos de su amor y de su ternura

A Dios podemos sentirlo cercano aun en los momentos difíciles, en nuestra fragilidad y en nuestra mediocridad lo podemos sentir, y si lo deseamos Él se manifiesta

Pero a Dios hay que vivirlo desde el corazón, desde lo profundo de cada uno, no podemos quedarnos solo con la razón pues corremos el riesgo de no encontrarnos nunca con Él.

A Dios lo podemos intuir en nuestras dudas en nuestras confianzas y en nuestros éxitos Él está próximo cercano, dentro de nosotros aceptándome como soy

Realmente para sentirlo solo tengo que desearlo con sinceridad y con humildad esa es el agua que Jesús ofreció a aquella mujer que Él bendijo, esa es el agua que nos está ofreciendo continuamente.

Bebamos de esa agua para poder saborear la alegría y la dulzura que Dios significa para nuestra vida y sobre todo para que podamos invitar a beber de esa agua a todas las personas con las que nos encontremos.

El Señor del bien siempre nos estará iluminando con su proyecto de vida feliz

Estamos en el tiempo de Cuaresma, como dijimos el primer domingo es tiempo de Anclarecogimiento, pero también de alegría por el encuentro con Él, aprovechemos para recomponer en este periodo la alianza con el Señor, se trata de reducir la distancia entre Dios y yo, para que pueda sentir próximo el aliento de su Espíritu liberador, que es amor encarnado

Muchas gracias

Que el Señor les bendiga

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