Enviado por Jordi Cussó
Comparto un fragmento de un libro de Jose María Castillo, que leí en mi cartuja de hoy.
El Reino de Dios es Dios. Esto quiere decir que lo que interesaba a Jesús no era enseñar una doctrina nueva sobre el ser de Dios, una nueva metafísica o una nueva dogmática. Reinar no es enseñar, sino actuar.
Jesús no impartió enseñanza ideológica o especulativa sobre el tema teológico del Reino de Dios, sino que, partiendo de que comienza el Reino de Dios como un amor sin límites por parte de Dios, Jesús hizo un llamamiento a cada persona para que viviese aquí y ahora en la bondad, en el respeto y la tolerancia, en la delicadeza y la ternura. En definitiva, en el amor más auténtico y entrañable. (Sintónico con Alfredo)
Papa Francisco: “Para renovar una religión descompuesta y desprestigiada, lo primero y lo más indispensable no es renovar el dogma, sino actualizar y potenciar la ética.”
Porque es en nuestra conducta, en nuestra manera de vivir, donde podemos encontrar al Dios trascendente, al que nunca podremos los humanos ni comprender, ni saber qué es o qué es lo que quiere. A Dios no lo encontramos en la ortodoxia doctrinal o en la observancia cultual. A Dios lo encontramos en la bondad sin limitación alguna. Esto es lo que Jesús nos quiere decir cuando insiste tanto en la importancia del Reino de Dios.
El nudo de todo el evangelio está en que Jesús desplazó el punto de encuentro con Dios. Lo sacó de la religión, del templo, y lo puso en la calle, en lo laico, es decir, en la vida, en el centro de lo humano.
