Te amo Señor. Es noche de los Magos
y no sé qué llevarte como ofrenda.
Yo he venido también por una senda
que ha cruzado países muy aciagos.
Aún tu estrella es de reflejos vagos
escondida entre nubes como venda;
bruma de odios y olvidos en tu misma hacienda (1)
y de mutuos hipócritas halagos.
Los Magos no son Reyes cual los reyes
que gobiernan el mundo con sus leyes
no por amor, sino con su poder.
Quería serte un cuarto Mago, hoy,
aunque no sé el valor de lo que doy;
¡el aceptar con gozo ser mi ser!
¡Oh contingencia mía en Ti apoyada
al llegar a Belén esta alborada!
Alfredo Rubio de Castarlenas
6 de enero de 1993