En el mes de agosto el Santuario santa Eulalia de Vilapicina organizó una peregrinación a Asís, tierra de Santa Clara, santa tan querida por la comunidad.
Formamos un grupo variopinto, con personas mayores y adolescentes; personas amigas de México, Taiwán y República Dominicana; personas del barrio, y personas de los alrededores de Barcelona. Todos con un mismo deseo: vivir días de fraternidad y oración, visitando lugares franciscanos y profundizando la espiritualidad de Clara y Francisco.
Estuvimos alojados en una casa de acogida de las hermanas Franciscanas Angelinas, disfrutamos de la simplicidad y de la belleza de este lugar y de la pasta italiana cotidiana. Pudimos visitar en grupo Rivotorto, la Porciúncula, San Damiano, la tumba de santa Clara y San Francisco, el Eremo de le Carceri. E hicimos kilómetros con el autobús para ir a La Verna, Montecasale y Greccio.
Cada día celebramos nuestra vida y nuestra fe, con cantos, textos de Francisco o Clara, y meditaciones temáticas: sobre la fraternidad, la pobreza, la creación, la alegría, la paz… En San Damiano y en el Eremo de le Carceri pudimos gozar de aportes de religiosas franciscanas.
Fue grande la alegría de contar tres días con la presencia de Jordi. Permitió celebrar dos Eucaristías en la intimidad del grupo. En Greccio, lugar donde san Francisco dio origen a la tradición del Belén, Jordi nos habló largamente sobre la Encarnación. ¡Qué importante es que nuestras palabras se hagan carne! No podemos quedarnos en rituales, imágenes de piedra, u oraciones abstractas… Estamos llamados a vivir a fondo lo que creemos, lo que proclamamos, lo que nos dicen los Evangelios…
Ha valido la pena peregrinar para recordarnos lo que es esencial, pisando las huellas de Francisco y Clara que vivieron con intensidad el seguimiento a Cristo, el don del Espírito Santo y la relación con Dios Padre.
Tuvimos el gran privilegio de poder participar en la vigilia de la fiesta de santa Clara en San Damiano, convento donde ella vivió durante 42 años.
Gabriel
En este 2019, en que celebramos los 50 años de la reapertura del santuario no podía faltar una peregrinación, porque la comunidad del Santuario es una comunidad abierta y acogedora, e igualmente misionera y peregrina.
