Nuevos amaneceres
En el evangelio de hoy vemos a María Magdalena que va al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba obscuro y ve la losa quitada del sepulcro. No espera a que alguien le dijera: “la losa está quitada” para tomar el camino del sepulcro; el amor apremia… Y cuando ve el sepulcro vacío, María Magdalena corre a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba para decirles… Los discípulos van al sepulcro y regresan a casa, pero ella permanece allí… Y es allí donde el evangelista relatará luego el encuentro de María Magdalena con el Resucitado.
Los amaneceres de esperanza y alegría de nuestras vidas están con frecuencia precedidos por obscuridades… María Magdalena se pone en camino, amanecía, pero aún estaba obscuro. Esto me trae a la memoria un poema de Juan de la Cruz y me hace recordar también un canto de Taizé: “De noche iremos de noche, que para encontrar la fuente. Sólo la sed nos alumbra…” Su camino le lleva a ella a buscar la fuente de Vida y la halló… lo halló… La Buena Nueva de la Resurrección es que Cristo Vive. Que la Vida es más fuerte que la muerte y que todas nuestras muertes… más fuerte que nuestros miedos, más fuerte que nuestras debilidad y pecado. Y que, con el Dios del amor, revelado en Jesús, abriéndonos a su amorosa presencia, siempre puede haber nuevos amaneceres.