Domingo II del tiempo ordinario // Jn 2,1-12

El texto del evangelio que la liturgia nos propone hoy es el relato de las Bodas de Caná. Comienza así: “En aquel tiempo, había una boda en Caná en Galilea…” Una boda donde María la madre de Jesús estaba y donde Jesús y sus discípulos estaban también invitados. Resulta que hay un problema: ya no hay vino. El vino para el pueblo de Israel representaba el gozo de la fiesta, la alegría del corazón.  María se da cuenta y se lo dirá a Jesús. Según dice él aún no es su hora… no es aún el tiempo de su plena manifestación. Pero María dirá a los servidores que hagan lo que él les diga. Llenarán seis tinajas de agua y el vino será sobreabundante. En la boda ya no había vino, pero si había tinajas, eran seis, es verdad, no era un número de completez… Pero eso fue suficiente para Aquél que es Plenitud y Sobreabundancia y cambiar una situación de carencia en rebosamiento; el Reino de Dios ha comenzado.

¿Cómo están nuestras tinajas? 

Dejemos que Jesús transforme el agua de nuestras tinajas en vino que aporte alegría. Acojamos esta alegría que Jesús nos quiere ofrecer. La alegría no es un sentimiento que viene y va, es más que eso: Es un don de Dios. Escojamos acogerla y vivir de ella. Qué importante es la alegría, alimentémosla, despleguémosla. Y ofrezcámosla a tantos des-alegrados que encontremos por el camino… 

Pineda de Mar (Barcelona)

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