Ascensión del Señor // Mc 16, 15-20

Comentario Evangelio 12 de mayo
Fiesta de la Ascensión

Celebramos el día de la Ascensión. Y en las lecturas de hoy nos encontramos dos narraciones de este acontecimiento, la del inicio de los Hechos de los Apóstoles y la del final del evangelio de Marcos.

Jesús regresa al seno del Padre y sus amigos tendrán que aprender a vivir sin su presencia física. Pero no quedan huérfanos, ya que les hace la promesa del Espíritu Santo.

Jesús Resucitado, antes de regresar al Padre, invita a la misión, a anunciar la Buena Nueva del Reino a toda la creación, a todos los pueblos. Lo que han experimentado con Jesús, sus palabras, sus gestos, su compasión, su amor por ellos y por todos…, no se lo pueden quedar exclusivamente para ellos. La invitación es a anunciarlo por doquier, a proclamarlo a los cuatro vientos. Es tan grande todo lo vivido, es tan gozoso y pleno, tan humano y tan divino…

La invitación a los once, a los más cercanos a Jesús, es una invitación que recibimos también nosotros. No tengamos miedo de anunciar y compartir lo que vivimos con Jesús, nuestra experiencia de Dios, nuestra vivencia con los compañeros de camino, nuestra confianza en Dios, los signos de su presencia que percibimos… Es algo que a muchos aún nos cuesta hacer pero que disfrutamos mucho y nos hace bien cuando lo escuchamos de otros. Empezando por los más cercanos, por nuestro grupo, ¡hay tanta riqueza en este sentido! Ojalá en nuestro día a día ajetreado sepamos crear espacios para compartir estas vivencias.

Las palabras del evangelio pueden resultar chocantes cuando Jesús Resucitado explica los signos que acompañarán a los que creen. Pero de una u otra manera todos tenemos experiencia de estos signos, tanto de habernos beneficiado de ellos gracias a otros, como de haberlos realizado nosotros. Y es que el amor, la dulzura, la ternura, la mirada que no juzga, la escucha empática, la acogida sincera a la realidad del otro, el perdón…, pueden obrar “milagros” como el de arrojar demonios, el de liberar o el de sanar a los enfermos de tantas enfermedades, males y dolencias. Y esto es posible cuando nos abrimos al Espíritu Santo y le dejamos actuar en nosotros.

Iniciamos esta semana tan querida por Alfredo para estar juntos, hacer experiencia de comunión y para pedirle al Espíritu Santo que en todo momento y situación nos ilumine y aliente.

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