Semilla que crece
¡Me gustan las parábolas! Quizá es porque son relatos abiertos que pueden tener diversas interpretaciones. Y entre más las meditas, más riquezas vas encontrando.
También me gustan las que comienzan por: El Reino de Dios o el Reino de los Cielos se parece a… ¡Sí! El Reino de Dios se parece a un tesoro escondido (¡y hallado!) (Mt 13,44); a una perla de gran valor por la que se vende todo para comprarla (Mt 13,45-46). Se parece a un rey que ofrece un banquete de bodas (Mt 22, 1-14).
A todo esto, se parece el Reino de Dios y a le vez, es más… Ninguna descripción agota su hondura y misterio…
El evangelio de Lucas también tiene parábolas… Hablan de perdón y alegría; donde hay un hijo reencontrado por el cual se hace fiesta… (Lc 15,11-32).
En el texto del evangelio de este domingo, en la primera parábola, se dice que el Reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana. La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo… Los tallos, la espiga y después el grano…
Asombro de ver la vida que brota de una semilla plantada en tierra.
¡Hay tanta vida brotando alrededor nuestro! Muchas veces emerge callada… ¿Sabemos verla? ¿Sabemos asombrarnos? ¿Sabemos alegrarnos y ser anunciadores de esa vida que crece “sin saber cómo”, como dice la parábola?
Vida que crece y que es signo de que el Reino de Dios está en medio nuestro.
María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza
Pineda de Mar
