Si piensas que tienes razón: ¡no des tu brazo a torcer!

No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón:
todo el mundo está convencido de tener suficiente

René Descartes

¿Qué nos llevó a creer en este error?

Nos educaron para que creyéramos que los “mayores” tenían razón e incluso nos la impusieron. Nos dijeron que su opinión era la más lógica, la verdad. Naturalmente, eso les obligaba a defenderla, puesto que la verdad es un valor muy grande. Y estábamos deseando crecer y ser mayores para poder tener razón.

Además, ¿cómo no íbamos a defender la verdad si el hecho de callarnos nos hubiese convertido en cómplices del error? Estábamos convencidos de que nuestros argumentos tendrían el poder de cambiar la opinión de los demás y queríamos salvarles de su error. Nos dijeron que lo importante era que los demás nos entendiesen, así verían la luz.

En estas circunstancias, ¿quién en su sano juicio abandonaría “la verdad” y daría su brazo a torcer?

Creer en esto nos hace sufrir porque:

Los pensamientos de las demás personas pueden coincidir con los nuestros o no, en esto no tenemos ninguna influencia. Si una persona no quiere cambiar de opinión, ahí no podemos hacer nada. Mientras luchamos para tener razón les damos el poder a los demás y perdemos la paz, nos desgastamos inútilmente. Si dejamos que los demás marquen nuestra respuesta, ellos son, en el fondo, quienes deciden nuestra conducta. Cuando necesitamos defender nuestra razón de forma automática, no somos libres, nuestra respuesta la dicta el exterior porque saltamos como un muelle cuando nos contradicen. A menudo, los demás no pueden creernos: literalmente tienen otra visión del mundo que les impide comprender lo que decimos. AI insistir, nuestra mente se vuelve rígida, nos perdemos la oportunidad de ampliar nuestra visión y la misma rigidez se vuelve sufrimiento.

Finalmente, acabamos priorizando a nuestra razón en lugar de cuidar a las demás personas. Con frecuencia, eso nos lleva a estropear las relaciones. Si bien dijimos en la primera creencia que pensar en uno mismo es lo primero, esto no implica que no debamos respetar a los demás, sin agredirles intentando imponer nuestra razón.

Mientras pensemos así, es inevitable sufrir. Toda creencia que no nos aporte paz interior y armonía externa debería ser revisada.

¿Qué información de sabiduría puede sustituir esta creencia falsa?

Lo sabio es compartir tu opinión con otras personas, sin obligarles a que estén de acuerdo, deseando entender el punto de vista de los demás. Al dialogar nos enriquecemos. Cada vez que hay un conflicto te vuelves más sabio y con más comprensión si intentas comprender sin luchar, si no te empeñas en tener razón. De este modo, es inevitable que tu vida se llene de sabiduría y amor.

Además, al respetar la opinión de los demás, generas relaciones armónicas y desarrollas valores como la empatía, la flexibilidad mental y la convivencia pacífica.

Lo sabio es no creer que tu opinión es la verdad, sino que es solo tu opinión. La verdad es lo que comprendes al renunciar a tener razón, es la comprensión profunda del valor que existe en todos los seres humanos. Que alguien no acepte tu opinión o esté en contra de ella no significa que no te acepte como individuo. Eres al margen de tus ideas.

Cuando comprendas algo, te sentirás en paz y libre. Mientras luches por tus ideas sigues siendo esclavo de tu opinión. Renuncia a demostrar que tienes razón y a discutir. No luchar por defender lo que crees cierto, no te impide comprender el punto de vista de los demás.

En definitiva, si dejas de imponer “tu razón”, saldrás ganando en todos los sentidos: ganarás paz interior, armonía, comprensión, flexibilidad mental, sabiduría…

¿Cómo puedes verificar lo anterior?

Comprueba cómo tu cuerpo se tensa y te sientes peor cuando intentas imponer tu razón. Observa cómo se relaja y cómo te sientes mejor cuando quieres comprender. ¿Qué escoges?

Verifícalo.

Cuando no entiendes a las personas con las que te relacionas e intentas forzarlas a que piensen o vean las cosas como tú, la relación se deteriora. Verifícalo.


Comprueba que cuando no escuchas a los demás (tu jefe, tus clientes, tus proveedores), los problemas no tardan en aparecer. En cambio, si eres capaz de comprenderles y serles útil, la puerta de la abundancia se abre. Verifícalo.

Propuestas de entrenamiento

  1. Comprueba que ganas paz y mejoran tus relaciones al respetar la opinión del otro, sin forzarle a defenderla. Practícalo tanto como puedas para incrementar tu paz.

2. Cuando alguien se ponga nervioso o se enfade contigo por defender su opinión, te proponemos que utilices una comunicación respetuosa y calmada, acompañada de una sonrisa.

3. Reprogramación mental. Cuando tengas ganas de imponer tu razón, repítete: Mantener mi paz interior y mis relaciones armoniosas es más importante que tener razón.

Recuerda:

Renuncia a tener razón y saldrás ganando

Daniel Gabarró y Nieves Machín
Editorial Boira, 2016

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