Domingo XXII del tiempo ordinario // Mc 7,1-8.14-15.21-23

En este evangelio Jesús nos dice claramente “su corazón está lejos de mí”, con estas palabras siento que, me las dice a mí directamente, me interpela a revisar mi vida, no sólo mi fe, sino en que baso mi vida diaria donde pongo el centro y que es lo que me mueve en mi actuar.

Cuando dejamos de hacer esta revisión de nuestro día a día, cuando no dedicamos un tiempo a estar, para poder contemplar aquello que queremos vivir y contrastarlo, en soledad y silencio, con lo que vivimos en nuestra cotidianidad, podemos vernos reflejadas  en este cumplir la norma a la perfección pero dejar de vivir la esencia de lo que Jesús nos viene a recordar.

Teresa de Jesús, gran experta en vivir y orar, en la cuarta morada dejaba claro que “Para aprovechar mucho este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os llevare a amar, eso haced”. (4M1,7) Seguramente sea esta la gran clave para poder vivir en sintonía con aquello que queremos y vivir en plenitud.

Si la sabiduría es el arte de vivir bien, quizás la clave esté en dejarnos sentir, en un tiempo privilegiado, diario para poder e

scuchar y contemplar nuestro interior respecto a lo que vivimos y cómo lo vivimos. A saber encontrar a Dios en todas las cosas, reconocer su actuar para poder reconocerle en nuestro propio actuar, en nuestro ser.

Y con ello empezar a sentir nuestro corazón cerca de Él.

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