
“¿ME AMAS?”
Hay que pensar que la propia comunidad Juánica o algun@ de sus discípul@s sintieron en su momento la necesidad de insistir una vez más en la realidad de la Resurrección de Cristo.
Esta es, de hecho, la enseñanza que se deduce del pasaje evangélico: que la Resurrección de Jesús no es sólo un modo de hablar, sino que ha resucitado, en su verdadero cuerpo.
«Nosotr@s hemos comido y bebido con Él después de su Resurrección de los muertos», dirá Pedro en los Hechos de los Apóstoles, refiriéndose probablemente precisamente a este episodio (Hechos 10, 41).
A la escena de Jesús que come con l@s apòstol@s el pez puesto en las brasas, le sigue el diálogo entre Jesús y Pedro.
Tres preguntas: «¿Tú me amas?»; tres respuestas: «Tú sabes que te amo»; tres conclusiones: «¡Apacienta mis ovejas!».
Con estas palabras Jesús confiere de hecho a Pedro -y según la interpretación católica, a sus sucesores- la tarea de supremo y universal pastor de la grey de Cristo.
Le confiere ese primado que le había prometido cuando dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos» (Mateo 16, 18-19).
Lo que más conmueve de esta página del Evangelio es que Jesús permanece fiel a la promesa realizada a Pedro, a pesar de que Pedro había sido infiel a la promesa hecha a Jesús de no traicionarle jamás, aún a costa de la vida (Mateo 26, 35).
La triple pregunta de Jesús se explica con el deseo de dar a Pedro la posibilidad de suprimir su triple negación durante la Pasión.
Dios nos da siempre una segunda posibilidad; frecuentemente una tercera, una cuarta e infinitas posibilidades.
El diálogo entre Jesús y Pedro hay que trasladarlo a la vida de cada un@ de nosotr@s.
San Agustín, comentando este pasaje evangélico, dice: «Interrogando a Pedro, Jesús interrogaba también a cada un@ de nosotr@s».
El cristianismo no es un conjunto de doctrinas y de prácticas; es algo mucho más íntimo y profundo.
Es una relación de amistad con la persona de Jesucristo.
El perdón del Maestro ha hecho de Pedro una persona nueva, fuerte, fiel hasta la muerte.
Muchas veces, durante su vida terrena, había preguntado a las personas: «¿Crees?», pero nunca: «¿Me amas?».
La Madre Teresa de Calcuta solía decir: «El fruto de amor es el servicio, y el fruto del servicio es la paz».
Cuiden, cuídense y déjense cuidar muchísimo.
Sean y seamos felices.
Una sentida plegaria por el Papa Fancisco, E.P.D.
Un abrazo muy fuerte de Paz y Fiesta.