
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados…” (Mt 5,3-12)
Jesús, con esta historia de Lázaro y el rico, hace una advertencia a aquellos que viven saciados en este mundo. Y también hace una promesa a quienes no. Tal como las recordamos en las Bienaventuranzas.
También muestra cómo por más que se expliquen o evidencien las cosas, si no hay fe y mansedumbre, no hay conversión: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”. Habla de él que, aún resucitando, hubo quien no creyó. Por lo tanto, no busquemos evidencias, muestras o signos, sino que creamos por su palabra y las obras de aquellos a quien ha enviado.
A veces nuestra fe se debilita y su palabra parece no ser suficiente y entonces pensamos que viendo, oyendo o testimoniando un gran evento, será diferente. ¿Pero acaso no nos advierte Jesús así?: “ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más” (Mt 25, 23).
Así pues, cuando nuestra fe se ponga a prueba, a causa de las dificultades de la vida, oremos, recordemos sus promesas, recordemos sus palabras y el testimonio de quienes vivieron antes que nosotros.
Miremos a Lázaro, que fue fiel en lo poco, pues no tenía más. Y ese poco, lo entregó por completo cuando creyó. Así nosotros, cuando padezcamos pobreza, hambre, desempleo, tristeza o cualquier otro mal, entreguemos ese todo de nuestro ser como símbolo de nuestra fe; convencidos que Dios provee más allá de nuestras capacidades.
He querido hacer mención de las Bienaventuranzas porque al leer el Evangelio no pude dejar de pensar en ellas y en la hermosa manera de Jesús de darnos consuelo y esperanza.
No nos quedemos mirando a los ricos o el rico en nosotros. Despojémonos de él para abrirnos a una nueva manera de abrazar la vida. Dejemos de ver a quien se atiborra y veamos el ejemplo de quien entrega y sirve. Tomemos ese ejemplo y seamos fiel a él.