
¡Qué difícil es expresar en unas líneas lo vivido en Guinea Ecuatorial del 4 al 16 de septiembre de 2018!
El motivo de nuestro viaje, Ana María, Odile y Julio, fue para impartir el Cursillo de Cristiandad Nº 87 en Kogo, ciudad fronteriza con Gabón, junto al estuario del Río Muni. Y estar también a disposición del Movimiento de Cursillos de Guinea Ecuatorial, enmarcado en un contexto a veces desafiante.
Pero he de afirmar primero un sentimiento mutuo en los tres: desde los preparativos del viaje hasta el regreso, estuvimos “arropados por la Providencia”.
Martes 4 de septiembre
El viaje comenzó con peripecias en el aeropuerto de Madrid, donde mi silla de ruedas nos otorgó una prioridad en la fila… En el control de equipajes de mano paran a Ana María: llevaba “tijeras prohibidas”; revisan bien buscándolas: al final dejan pasar las tijeras por ser de plástico. Y al rato de pasar el control, yo me percato de que no he recogido mi móvil de la bandeja. Hablé con revisores y policías; me muestran un móvil que han encontrado, pero no es el mío; nervios… Al final, gracias a las cámaras de vigilancia, lo localizan y me lo entregan tras demostrar que conocía el pin… Pensé: “Estar en Guinea sin móvil… ¡qué pechá de reír!”, diría con gracejo un gaditano… Además, la conexión del equipaje a Malabo incluyó la pérdida de la maleta de Odile, que fue recuperada gracias a la generosidad de Auxiliadora; antes habíamos quedado para vernos con ella y su esposo en el aeropuerto de Malabo; viven en la capital. Auxi volvería al día siguiente, de madrugada, a facturar la maleta para Bata. En ese gesto de amistad, confirmábamos que Dios acontece de distintas formas en las necesidades.
En Bata, al llegar fuimos recibidos por la presidenta del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, Sinforosa Asué y dos cursillistas.
Nos alojaron en el Convento de los Capuchinos; recibiéndonos el Padre Wilson y su «permanente sonrisa», con el que compartiremos junto a otros frailes sus vidas comunitarias.
Miércoles 5 de septiembre
Pudimos descansar bien. El P. Wilson tenía preparado el desayuno. Nos presenta al Hermano Leo, el “Guardián” de la comunidad capuchina y al Padre Dubian, párroco del Santuario de María Reina, en el pueblo costero de M’bini. Todos son colombianos. Más tarde llegó Julia, guineana, una estupenda cocinera.
Sinfo organizó reunirnos en el Convento para dejar concretado el cursillo en Kogo. El día fue intenso y fructífero. A Odile la acompañaron al aeropuerto y pudo recuperar su maleta y la tranquilidad.

Jueves 6 de septiembre
Una mala noche: Música desde una cafetería cercana hasta las tantas, ladridos de los perros, el canto nocturno de los gallos, el problema de los mosquitos… Además, se nos olvidó poner el despertador a la hora local… y nos levantamos a las 5, una hora antes. Pero nos pareció divertido el despiste.
A las 6 h. estamos todos preparados. Los frailes ya habían rezado laudes. Vamos hacia la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, cercana al Convento. En la misa oramos por Ornelia, una niña de 16 años que acababa de ser enterrada el día anterior, y por su familia. Víctor, el padre, profesor y lector en la Parroquia, recibía nuestras condolencias con entereza. Su hija estaba enferma; cuando falleció en su casa, Víctor fue enseguida al convento para que el P. Wilson rezara un responso por la niña y atendiera a su madre desconsolada.
También pedimos en la misa por el cursillo que se iba a celebrar en Kogo.
Más tarde, nos reunimos con el Obispo D. Juan Matogo. Nos refiere cuánto valora el Movimiento de Cursillos y de lo necesario que es nombrar un consiliario; espera que sea pronto. Nosotros le agradecimos que tramitara `la carta de invitación´ para conseguir nuestros visados.
Y después de haberse reunido de nuevo el equipo organizador del cursillo, viajamos a Kogo.
La llegada a la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Kogo fue un momento de gran emoción, una acogida fraternal impactante: recibidos con cantos, aplausos y abrazos de cursillistas y los 41 candidatos al cursillo, reflejado en el saludo: “¡Mbolo!” y «¡de colores!».
El número de 41 candidatos, incluyendo ancianos, de mediana edad y jóvenes, sería prácticamente impensable hoy día en un cursillo en España, lo que resalta un gran fervor y vitalidad de la fe en los lugareños.
Cena, Oración, despedida… ¡A descansar!
Viernes 7 de septiembre
El cursillo es inaugurado con una eucaristía, poniéndolo en manos del Señor e indicando que la fe es el centro de la actividad.
En el equipo de «oración y trabajo», cocinando a la manera tradicional, se visibilizaba el servicio esforzado y alegre de los que lo componían. Eran pilares fundamentales, verdaderos “pulmones exponenciales” (espiritual y material), facilitando que el Espíritu Santo habite los corazones de todo el grupo.
Las meditaciones y las charlas, evidenciaban un contenido doctrinal y espiritual profundo. La mención al matrimonio canónigo y el tradicional guineano, subrayó la diferencia y la importancia del contexto religioso y la cultura tradicional.

Sábado 8 de septiembre
En el sábado destaca la “eucaristía de colores”: una hermosa fiesta participativa, donde se vivió el poder de la liturgia y la música para elevar el espíritu.
Era propicio el ambiente cálido y el buen humor. Narrándose, por ejemplo, las anécdotas cotidianas que habíamos vivido en los desplazamientos en los taxis colectivos abarrotados, ¡hasta siete encajados en una ocasión!, apretaditos como sardinas en lata. Nos alegraba además el hecho de no ser detenidos en las barreras de controles de carreteras (conté 4 barreras en 115km. hasta Kogo). Ahí, especialmente, Ana María no dejaba de rezar y exclamar: «¡gracias a Dios!»: muestra de nuestra actitud de abandono en la protección divina. Y destaco también lo protagonizado por Celestino Ndong Efá, de 86 años, “Animador”: le viene que ni pintado el sobrenombre, de una vitalidad asombrosa y entregado a todos… En uno de los controles, les explicaba en fang a los militares mientras miraban la documentación, que la blanca de ojos azules, Odile, era su esposa. Odile se enteró cuando Celestino lo refirió al equipo del cursillo. ¡Menudo regocijo el de todos! “Animador” añadía un toque humano, de resiliencia y alegría.
Domingo 9 de septiembre
La invitación a participar en la misa dominical, ofrecida por el párroco claretiano, para que sus feligreses conocieran el MCC, es un acto de proyección evangelizadora y comunión eclesial («establecer puentes», nos dijo). Dicha misa, concelebrada con otros sacerdotes claretianos, finalizó con la clausura del cursillo nº 87 en Kogo. La clausura es el punto culminante, donde todos los participantes coinciden en que habían vivido «una experiencia muy penetrante de encuentro personal con Dios»: Ese es el objetivo esencial del Movimiento de Cursillos.
La imposición de la cruz a los cursillistas con las palabras: «Cristo cuenta contigo», y la respuesta: «y yo con su gracia», conllevan un compromiso personal de vivir como cristiano y la necesidad de acoger la gracia divina.
Los días del cursillo fueron un encuentro intercultural y un intercambio enriquecedor de fe. Los «tres blancos» nos declaramos impactados por la profundidad y soltura de las charlas de los miembros del equipo. Indicaban la solidez de la formación de los ponentes, como Sinfo, Venancio, José, Pelayo…
Ejemplo destacado fue la naturalidad testimonial de Sinfo, una persona siempre dedicada al servicio de los demás y cuya vida puede ser calificada de extraordinaria. A Sinforosa es muy fácil quererla de verdad.
El agotamiento físico del equipo (todos rendidos), contrastaba con la alegría y la sonrisa con la que lo afrontamos todo; y teniendo una conciencia de gratitud a Dios.
La despedida en Kogo estuvo repleta de abrazos y cantos de colores. Ya no lo eran de desconocidos, como los recibidos el primer día…
Lunes 10 de septiembre
De vuelta en Bata, el equipo evaluó el cursillo. Estábamos muy contentos… Un planteamiento fue usar más el idioma fang para mejor comprensión de personas que apenas hablan español.
Martes 11 de septiembre
Con el P. Wilson, fuimos a visitar el Santuario María Reina en Mbini, custodiado por los Capuchinos, quienes realizan una encomiable labor de ayuda a la población sin recursos.
Recordé con tristeza el accidente mortal, en esa misma autopista que recorríamos, de Josefina Elonga, una joven cursillista que fue muy activa en el MCC.
Miércoles 12 de septiembre
Tuvimos encuentros conmovedores con sacerdotes guineanos, como el P. Domingo Ntama (enfermo, torturado en el régimen anterior), y otros que nos hicieron ver la realidad de un clero con sus dificultades propias.
Jueves 13 de septiembre
Ese día fuimos a Niefang a visitar a la comunidad de cursillistas. Nos reunimos en un local que los Padres Claretianos les dejaron. Unas 14 personas nos acogen también con alegría y abrazos, saludándonos… “¡De colores!”, “¡Mbolo!”.
Viernes 14 de septiembre
Nos visitan en el Convento tres sacerdotes guineanos conocidos: Bernardino, Manuel Fernando y Mauricio. Comentamos con Bernardino su reciente nombramiento como Vicario General; Manuel Fernando se estaba recuperando de paludismo; Mauricio, residió más de 10 años como sacerdote en España. Los tres fueron alumnos del Colegio Mayor El Salvador, en Salamanca, un seminario para vocaciones tardías. Como ellos, otros muchos guineanos y seminaristas de otros países se formaron allí. Hablan con profunda gratitud de la acogida y gran ayuda del que fue rector: el P. Juan Miguel González Feria. Y coinciden con lo que también afirma el Obispo D. Juan Matogo: “Ese hombre es un santo”.
Sábado 15 de septiembre
El núcleo culminante fue la fiesta parroquial de Nuestra Señora de los Dolores. La misa duró casi 4 horas —con ofrendas que incluyeron una gallina, un pequeño cocodrilo, un gran esturión y una cabra— reflejó el fervor y la fe incombustible de los feligreses. El P. Wilson además celebró primeras comuniones; realizó bautizos; bendijo a varios grupos corales… Lo sobrellevó como si hubiera durado «una horita».
Después de descansar, Odile y Ana María visitaron a la Hermana Montserrat y su «Colegio del Buen Pastor» para niñas huérfanas. Esa Hermana vivía realizando milagros con casi nada.
En el Convento de los Capuchinos, tuve la visita de María. Estuvimos en un cursillo en 2016, en Bata. Por entonces, estaba embarazada; se estaba planteando abortar o no… Venía ahora a presentarme a su hijo: “Enmanuel Julio, se llama”. Fue muy entrañable ese encuentro.
Milagrosa llegó más tarde, también fue compañera de María en ese cursillo. Me explicaba su situación personal y familiar… Especialmente pedía ayuda para su hijo Juan Mateo Nsue, que deseaba estudiar en España. Contesté con no mucha convicción: “Tiene usted que rezar mucho, eso es muy complicado”. Bueno…, pues actualmente Juan Mateo lleva dos años en España, ha estudiado 2 cursos de Grado Superior y está trabajando, siendo ya independiente… Su madre, Milagrosa, es evidente que rezó mucho.
Luego, otra visita más. La de una catequista muy activa de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores: Salomé, con su nieta “la del milagro”, así la presentó. Antes Wilson, y ahora ella me cuenta lo ocurrido hacía pocos meses: el coche del yerno de Salomé tuvo un accidente llevando en el asiento trasero a su hija pequeña, falleciendo él, pero saliendo ilesa la niña… ¡Estamos inmersos en el Misterio, verdaderamente!
Por la tarde, tuvimos una ultreya cerca de la Catedral. Charla mía sobre el versículo del Padre Nuestro “hágase tu voluntad”: la de Él, no la nuestra…. Intervenciones espontáneas a continuación, muy acertadas y profundas. El secretariado de Cursillos había preparado un diploma firmado por todos para Eulalia Nuet, como reconocimiento y gratitud por los años dedicados al MCC de Guinea: “Ella estará siempre presente en nuestros corazones”.

Domingo 16 de septiembre
El Regreso: fue una réplica logística del inicio: Con la tensión por el horario disponible para realizar el trayecto muy apurado en Malabo; y al llegar a Madrid la desaparición de mi silla de ruedas.
Al final, me confirman que no había venido la silla en el avión. Envié un wasap a Auxi, para que intentara a la mañana siguiente localizarla en el aeropuerto de Malabo. ¡Pobre Auxiliadora!: siempre ejerciendo su nombre con nosotros… En el aeropuerto de Barajas me prestan una silla de ruedas, y quedo en volver al día siguiente para recoger mis piernas rodantes en la llegada del primer vuelo desde Guinea… ¡Menos mal!
Lunes 17 de septiembre
Vuelvo por la mañana al aeropuerto de Barajas. El primer avión desde Malabo aterrizó ya, pero no ven mi silla de ruedas. ¡Uf! De nuevo la perplejidad. Enseño una fotografía de la silla que Auxiliadora me envió por wasap desde la cinta para equipajes del aeropuerto de Malabo: mi silla embalada con plástico, y un folio pegado con mi nombre y número de móvil. Siguen buscando… A una empleada se le enciende una lucecita y pregunta. “¿Y si estuviera en donde llegan los envíos especiales?”. Y, después de más de dos horas, aparece. “Nunca es tarde…”.
En la Estación de Atocha, para coger el tren con destino a Cádiz, había quedado con Pilar, guineana, del cursillo de 2016 en Bata, compañera de Josefina y María. También –como María- en aquel entonces estaba embarazada; ahora venía feliz con otro hijo recién nacido. Fue un reencuentro muy hermoso.
Cuando nos despedimos, al ir a pasar el control, busqué y rebusqué mi billete ¡y no apareció! Recordé que, al llegar a la oficina, se lo entregué a la chica que atendía y ésta confirmó el horario del tren y número de andén. Un empleado llamó a la oficina, pero no lo veían. Lo que yo veía era que perdía el tren… “¡Madre mía!”. En pocos minutos, llegó corriendo aquel empleado con un billete nuevo… Por fortuna, la salida del tren a Cádiz era a las 16:10 y dio tiempo.
Como dije al principio, la bendita Providencia estuvo muy presente y actuó significativamente en todo momento.
Mis buenas compañeras de viaje, estuvieron todo el día conduciendo de vuelta a Sant Cugat y a Mataró. Llegando a sus casas de madrugada… ponen mensajes: “ben arribada”, “ja soc aquí”. ¡Exhaustas! Nuestro viaje de regreso fue el final feliz por haber estado inmersos en una Iglesia viva, donde la fe, a pesar de las carencias y el contexto, se manifiesta con fuerza, alegría y humanidad transformadoras… Nos llevamos como ganancia el inmenso valor humano y espiritual del pueblo guineano.





