
Este evangelio invita a mirar a José, complemento de la encarnación, también origen de Jesús y del milagro. José como un hermano de camino, un hombre de trabajo, silencioso, fiel, que encarna de manera profunda la misericordia, la gracia, la paz y la esperanza en lo cotidiano, seguro que al cerrar los ojos podemos recordar a tantos Josés y Josefinas, en este momento de duelo de nuestro grupo como no recordar a Juan Miguel Gonzales Feria, que siempre destaco los sí de Maria en estos días navideños. Humildemente les dejo de San José algunas propuestas de SI que en estos días de Cartuja Soledosa me han hecho sentido
José, un laico que dijo si a la misericordia José no era sacerdote, ni escriba, ni maestro de la Ley. Era un laico de fe sólida. Su santidad brotó en lo cotidiano: en el trabajo, en los vínculos, en las decisiones difíciles. Su reacción ante la situación inesperada de María es profundamente humana y José, tras su lógica reacción, opta por no herir, por no exponer, por no juzgar. Esa justicia que nace del amor es un llamado para nuestro grupo a elegir siempre la misericordia como forma de relacionarnos.
Así también, un sí de confianza y con incredulidad y enfado. La gracia que sorprende la vida diaria El mensaje del ángel llega en medio de la incertidumbre. José recibe la gracia en su vida común, mientras discernía qué hacer. Así también la gracia actúa en nuestras familias, trabajos, responsabilidades y decisiones. No es un privilegio exclusivo de quienes tienen una misión religiosa formal: Dios nos habla y nos ilumina en lo sencillo, en lo que vivimos cada día, por muy humano que sea esta actividad – dormir- si somos de Dios allí nos encuentra también.
José un hombre de paz que nace de confiar, un si a la esperanza porfiada o anclada en que todo tiene sentido, por muy extraño que nos parece, doloroso e injusto o incluso incomprensible. La paz que José experimenta no proviene de tener todo resuelto, sino de confiar en Dios. Tenemos un amplio campo donde encarnar esta paz: el hogar, el trabajo, el grupo, el servicio social. La paz del Evangelio se hace real cuando confiamos en que Dios actúa en nuestra historia concreta, como actuó en la de José y desde allí, rendidos ante el misterio, podemos decir si al milagro y el milagro se hace esperanza personal y grupal.
Este evangelio me sigue llenando de preguntas, espero que se animen a contestarlas en familia, con los amigos, etc.
– ¿Cómo podemos ser, como José, artesanos de misericordia en nuestras relaciones y decisiones?
– ¿Dónde estamos llamados a abrirnos a la gracia que ilumina nuestro discernimiento?
– ¿Qué decisiones, que síes, requieren que asumamos la paz que nace de entregar nuestra vida a Dios?
José nos recuerda que la santidad se construye en silencio, esperanza, fidelidad y amor concreto. Y que ahí, en la vida sencilla, nacen la misericordia que humaniza, la gracia que transforma y la paz que sostiene en los momentos de dolor físico, psíquico o espiritual, he ahí algunas razones de nuestra esperanza.
PAZ Y FIESTA ¡Muy feliz navidad a cada uno de ustedes y sus familias!





